Desde mi infancia, siempre me han gustado los juegos de colores y formas. Recuerdo que mi madre me compró mi primer juego de este tipo cuando tenía 3 años. Era un juego de mesa con fichas de colores y formas. Jugaba con mi hermano y mis primos, y siempre ganaba. Mi madre me compró otro juego de este tipo cuando cumplí 4 años. Era un juego de dominó con fichas de colores y formas. Jugaba con mi hermano y mis primos, y siempre ganaba. A los 5 años, mi madre me compró un juego de memoria con fichas de colores y formas. Jugaba con mi hermano y mis primos, y siempre ganaba. A los 6 años, mi madre me compró un juego de lógica con fichas de colores y formas. Jugaba con mi hermano y mis primos, y siempre ganaba. A los 7 años, mi madre me compró un juego de ajedrez con fichas de colores y formas. Jugaba con mi hermano y mis primos, y siempre ganaba. A los 8 años, mi madre me compró un juego de búsqueda con fichas de colores y formas. Jugaba con mi hermano y mis primos, y siempre ganaba.
A los 9 años, mi madre me compró un juego de estrategia con fichas de colores y formas. Jugaba con mi hermano y mis primos, y siempre ganaba. A los 10 años, mi madre me compró un juego de tácticas con fichas de colores y formas. Jugaba con mi hermano y mis primos, y siempre ganaba. A los 11 años, mi madre me compró un juego de simulación con fichas de colores y formas. Jugaba con mi hermano y mis primos, y siempre ganaba. A los 12 años, mi madre me compró un juego de estadística con fichas de colores y formas. Jugaba con mi hermano y mis primos, y siempre ganaba. A los 13 años, mi madre me compró un juego de análisis con fichas de colores y formas. Jugaba con mi hermano y mis primos, y siempre ganaba. A los 14 años, mi madre me compró un juego de deducción con fichas de colores y formas. Jugaba con mi hermano y mis primos, y siempre ganaba. A los 15 años, mi madre me compró un juego de creatividad con fichas de colores y formas. Jugaba con mi hermano y mis primos, y siempre ganaba.
A los 16 años, mi madre me compró un juego de imaginación con fichas de colores y formas. Jugaba con mi hermano y mis primos, y siempre ganaba. A los 17 años, mi madre me compró un juego de reflexión con fichas de colores y formas. Jugaba con mi hermano y mis primos, y siempre ganaba. A los 18 años, mi madre me compró un juego de cálculo con fichas de colores y formas. Jugaba con mi hermano y mis primos, y siempre ganaba. A los 19 años, mi madre me compró un juego de geometría con fichas de colores y formas. Jugaba con mi hermano y mis primos, y siempre ganaba. A los 20 años, mi madre me compró un juego de historia con fichas de colores y formas. Jugaba con mi hermano y mis primos, y siempre ganaba. A los 21 años, mi madre me compró un juego de literatura con fichas de colores y formas. Jugaba con mi hermano y mis primos, y siempre ganaba. A los 22 años, mi madre me compró un juego de filosofía con fichas de colores y formas. Jugaba con mi hermano y mis primos, y siempre ganaba. A los 23 años, mi madre me compró un juego de ciencia con fichas de colores y formas. Jugaba con mi hermano y mis primos, y siempre ganaba.
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